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Un caleidoscopio teatral de Giancarlo Sepe

di Afonso Becerra de Becerreá *

 

Europa facilita, en gran medida, el tránsito de mercancias y bienes de consumo materiales, por un lado, o la industria del turismo invasivo, por el otro. En menor medida y con mayor dificultad, el intercambio de bienes inmateriales y culturales, tales como la traducción de obras literarias pertenecientes a géneros no hegemónicos como el dramático o la poesía, o la difusión de espectáculos teatrales, o incluso el intercambio pedagógico, con grandes limitaciones, sólo salvadas, en un pequeño porcentage, por programas como el Erasmus.

En el ámbito de las artes escénicas, más allá de la UTE (Union des Théâtres de l'Europe), fundada en 1990 por el Ministro de Cultura francés, Jack Lang y el director del Piccolo Teatro de Milán, Giorgio Strehler, que agrupa a menos de una veintena de teatros de diferentes países, o de festivales internacionales tan representativos como el de Avignon y el de Edimburgo, y más allá de potentes infraestructuras públicas como la Volksbühne y Schaubühne de Berlín, el Odeon de París o el National Theatre de Londres, con sus giras internacionales. Más allá de estos buques insignia a los que, en muchas ocasiones, el acceso es restringido, porque sólo acuden a unas pocas ciudades y las fechas y precios no son asequibles a una gran parte de la población. Más allá y más acá de estas excepciones quedan fuera multitud de artistas y colectivos teatrales que están desarrollando un trabajo innovador y avanzado, invisibilizados por unas políticas europeas muy poco sensibles a la rentabilidad de la cultura y las artes.

No es de extrañar, por tanto, que desde un aficionado a las artes escénicas, hasta los mismos profesionales y especialistas de este sector, desconozcamos proyectos, obras y artistas cuyo trabajo debería ser un referente. Y los referentes artísticos son importantes, no sólo para el disfrute de los sentidos sino también para el progreso y enriquecimiento mutuo.

El gran descubrimiento de este inicio del 2013 en Roma, para un espectador del finis terrae atlántico, fue la poética teatral del director Giancarlo Sepe, a través de su espectáculo Favole di Oscar Wilde “Per cominciare a leggerle” , en el Teatro La Comunità, que está en el barrio de Trastevere.

Favole di Oscar Wilde es un caleidoscopio de imágenes, acciones físicas y coreográficas, objetos, con una atractiva dimensión simbólica a partir de la obra poética, narrativa y teatral de Oscar Wilde.

La primera novedad es la propia disposición del espacio escénico envolviendo al público. Este se integra dentro de la escenografía, constituída por un cilindro gigante con ventanas de diferentes formas y dimensiones a través de las cuales se enmarcan, como en hornacinas, las secuencias plásticas de acción. Las espectadoras y los espectadores estamos en el centro de ese cilindro caleidoscópico y, de repente, el suelo circular gira y comienza el viaje alucinógeno. El periplo a un teatro plagado de imágenes y de músicas sugerentes que te invaden y abrazan, abriendo un espacio mágico que parece transitar entre la vigilia que te arrulla y el sueño que te desvela. Y la emoción estética nos embriaga.

La sutileza en la gestualidad y la expresión del elenco formado por Gianluca Merolli, Ivano Picciallo, Selene Jovy Rosiello, Mario Scerbo, Federica Stefanelli y Luca Trezza, es de gran finura. La dramaturgia posdramática y la puesta en escena de Giancarlo Sepe resulta novedosa y sorprendente y se dirige a estimular la sensorialidad de la recepción desde la composición de imágenes y acciones de una exquisita cualidad poética. El trabajo con la música y el espacio sonoro, de Pino Tufillaro, Davide Mastrogiovanni y Harmonia Team, contribuye a intensificar los efectos teatrales para suscitar la emoción. La iluminación, de Perceval, la escenografía y los objetos, de Carlo De marino, Bruno Di Venanzio y Stefania Vecchione, en intersección con la performance actoral, generan atmósferas y hacen aparecer los fantasmas que pueblan el universo de Oscar Wilde. Todo ello de un preciosismo tan impactante, delicioso y sensual, como el propio brillo que caracteriza el estilo del genial autor irlandés.

Algunos días después, aún con las hueyas indelebles de este prodigioso espectáculo, el amigo, Giorgio Taffon, dramaturgo, crítico y profesor de Literatura teatral de la Universidad de Roma, me corroboraba que Giancarlo Sepe es uno de los grandes directores italianos del llamado “teatro de imágenes”

 

* Afonso Becerra de Becerreá, è docente presso la ESAD (Escola Superior de Arte Dramática) della Galizia, in Vigo; ha pubblicato numerosi saggi, anche in volume, ed opere drammatiche, come il recente Dramatículas , Edicións Laiovento, Ames, 2010; ha realizzato diverse regie incontrando ottimi riscontri in Galizia e in Catalogna.